Descanso, placer, playas azules y arenas blancas. Características que se atribuyen a los paraísos. Los paraísos más visitados por los españoles son las maravillosas playas del caribe, creyendo que solo allí encontrarán estos paisajes de ensueño.
Pero hay tantos paraísos por descubrir… en Italia, ese país del renacimiento, de monumentos y arte, se esconde un sur desconocido. Un sur que ofrece un sinfín de posibilidades turísticas.
El sur italiano es como un país diferente. La gente, el paisaje, el arte y la cultura distan mucho del norte, un norte muy visitado. Roma, Venecia, Florencia… ciudades escogidas por su legado histórico y artístico en la cultura mundial, pero Italia esconde un paraíso natural en el sur, en el tacón de la bota, en la región del salento.
Ciudades como Gallipoli, Lecce, Monopoli, Otranto… albergan paraísos escondidos. Monte, playa y arena, un paisaje que cuesta olvidar y que te ofrece esta maravillosa región.
El Salento se encuentra en el punto más oriental de Italia, enigmática linde entre los claros cielos del Este y los ventosos de la costa. Las montañas de Albania y del Epiro en el horizonte parecen salir al encuentro de ambos mundos.
La costa tiene un encanto inolvidable, y las calitas, ocultas, son suaves y preciosas. La extensión del azul sin fin que llega hasta Leuca parece un finisterre, un imponente faro que se yergue majestuoso, como esperando el regreso de sus marinos. Cuando aparece el Mar Jónico, el sol prende fuego al litoral tropical.
Pero hay tantos paraísos por descubrir… en Italia, ese país del renacimiento, de monumentos y arte, se esconde un sur desconocido. Un sur que ofrece un sinfín de posibilidades turísticas.
El sur italiano es como un país diferente. La gente, el paisaje, el arte y la cultura distan mucho del norte, un norte muy visitado. Roma, Venecia, Florencia… ciudades escogidas por su legado histórico y artístico en la cultura mundial, pero Italia esconde un paraíso natural en el sur, en el tacón de la bota, en la región del salento.
Ciudades como Gallipoli, Lecce, Monopoli, Otranto… albergan paraísos escondidos. Monte, playa y arena, un paisaje que cuesta olvidar y que te ofrece esta maravillosa región.
El Salento se encuentra en el punto más oriental de Italia, enigmática linde entre los claros cielos del Este y los ventosos de la costa. Las montañas de Albania y del Epiro en el horizonte parecen salir al encuentro de ambos mundos.
La costa tiene un encanto inolvidable, y las calitas, ocultas, son suaves y preciosas. La extensión del azul sin fin que llega hasta Leuca parece un finisterre, un imponente faro que se yergue majestuoso, como esperando el regreso de sus marinos. Cuando aparece el Mar Jónico, el sol prende fuego al litoral tropical.
La zona interior del Salento cuenta un centenar de pequeños pueblos, cada uno de ellos con su plaza, sus campanarios y casas como las de América Central, adormecidas por el canto de los grillos y soñolientos por la canícula. El Salento rocoso y el Salento del majestuoso Mediterráneo se mezclan.
También existe el Salento del arte. El “triángulo barroco” que forman Lecce, Martina Franca y Ceglie Messapica, por ejemplo, al igual que el de las Bermudas, tiene un poder magnético que trastorna al viajero.la capital del salento es Lecce, la Florencia del Sur, rica en adornos que parecen creados más por el arte de un escultor que por el cincel de un cantero. Lecce es la única, suntuosa y solar demostración del barroco; un milagro de la piedra local, tan blanda y maleable que un cuchillo puede grabarla con la misma facilidad con que un pincel deja en el lienzo su rastro de color. La sorprendente fachada de Santa Cruz revienta ante nuestra mirada con sus adornos singulares, triunfo del estilo barroco; la plaza de la Catedral, una de las más bellas de toda Italia, infunde paz en el turista. Su campanario parece alcanzar las nubes como un rascacielos y ostenta un magnífico equilibrio de perspectiva y espacio. También está San Oronzo, con la columna dedicada a su Santo Patrono, la parte elegante de la ciudad, el anfiteatro romano y el Palacio del Seggio, rodeado de mansiones aristocráticas, balaustradas, vestíbulos y escudos. Lecce es la ciudad más hermosa de todo el Salento.
Todo ello complementa las sorpresas de una tierra que aún no ha sido descubierta del todo.
También existe el Salento del arte. El “triángulo barroco” que forman Lecce, Martina Franca y Ceglie Messapica, por ejemplo, al igual que el de las Bermudas, tiene un poder magnético que trastorna al viajero.la capital del salento es Lecce, la Florencia del Sur, rica en adornos que parecen creados más por el arte de un escultor que por el cincel de un cantero. Lecce es la única, suntuosa y solar demostración del barroco; un milagro de la piedra local, tan blanda y maleable que un cuchillo puede grabarla con la misma facilidad con que un pincel deja en el lienzo su rastro de color. La sorprendente fachada de Santa Cruz revienta ante nuestra mirada con sus adornos singulares, triunfo del estilo barroco; la plaza de la Catedral, una de las más bellas de toda Italia, infunde paz en el turista. Su campanario parece alcanzar las nubes como un rascacielos y ostenta un magnífico equilibrio de perspectiva y espacio. También está San Oronzo, con la columna dedicada a su Santo Patrono, la parte elegante de la ciudad, el anfiteatro romano y el Palacio del Seggio, rodeado de mansiones aristocráticas, balaustradas, vestíbulos y escudos. Lecce es la ciudad más hermosa de todo el Salento.
Todo ello complementa las sorpresas de una tierra que aún no ha sido descubierta del todo.
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